De inundaciones y terremotos…

Estos días han sido días para mi de reflexión y a la vez de ejecución. De paz y de mucha acción.

Los huracanes con sus inundaciones, el temblor con su destrucción, y mis propios retos y miedos, los veo como un llamado a la “acción”, al “despertar”, al “desapego”, a “confiar” que para que algo nuevo y mejor surja, lo viciado, desgastado, tiene que caer. A veces eso duele, y duele mucho. Te sacude de raíz, te deja en “territorio de nadie”, desprotegido, impotente, solo. El duelo es imperante, el espacio a llorar lo que fue. El espacio para soltar eso que fue por mucho tiempo, es importante. El compartir, el conectar con alguien que te ofrezca su empatía, y dé ese espacio para que puedas respirar tu “tristeza”, tu “añoranza” es indispensable como el aire.

Y después, Ah! empiezas a ver el sentido. Es imperante que NO te quedes en el duelo, también el duelo se tiene que soltar. Sentirlo profundamente y en los huesos y luego soltarlo. Y avanzar, abrazo lo desconocido, la reconstrucción del ser. De mi nuevo ser. De tu nuevo ser.

No estoy diciendo que sea fácil, no lo es. Solo digo que vale la pena intentar ver la vida en perspectiva. Darle un giro a la “tragedia” a la “perdida”. Por qué? Porque a eso venimos, porque este mundo es inpermanente. Hoy aquí, mañana no lo sé. Por eso hay que soltar. Dejar de vivir como si fuéramos eternos. Dejar de sufrir por lo que fue. Si hay duelo, pero también hay que darle la vuelta a la página. Y ahí es cuando la “evolución” del ser se da. Cuando del más negro día, del más oscuro caso, logras ver la perla más preciada, la lección más valiosa. Y cuando una “tragedia” se vuelve tu mejor regalo. No estoy diciendo que sea fácil. Solo digo que vale la pena intentarlo.

Hoy por hoy, aquí, allá hay pérdidas, de todo tipo, humanas y materiales. Hagamos que esas pérdidas no sean en vano. Démosle un sentido a eso que fue, un sentido a lo “perdido” hagamos de cada “tragedia” vivida, hoy desastres naturales, otros días, guerras, genocidios, etc eventos de reflexión, de un llamado a “despertar” para abrazar la vida diferente.

Vivir en el hoy y dejar el hubiera, hoy cada segundo puedo hacer las cosas diferente. Puedo elegir diferente. Más consciente, más conectada. Ver la vida como un continuo. No hechos aislados. Todo totalmente engarzado, lo “bueno” y lo “malo”, diseñado para despertar.

Namasté
Ana

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